Motivación, emoción y fuerza de voluntad
“- ¡Aaaalbeeeerto! Hemos llegado al final de la temporada, me voy a mi pueblo a pasar las fiestas y tomarme mis vacaciones. Espero que tu y tu familia tengan muy buenos planes.
– Muchas gracias Juan. ¿Qué vas a hacer durante los meses de receso?
– Pues no lo sé.
– ¿No me digas que te vas a pasar tres meses sin hacer nada?
– Pues no sé tío, tengo ganas de estudiar algo; pero no sé.
– Eres joven, inteligente y tienes ganas; vamos hombre, ¿por qué no estudiar algo?
– Si, me gustaría aprender idiomas; tu sabes, el inglés y el alemán son fundamentales por aquí.
– Bien, si me preguntas a mí, te diría que entonces lo hagas.
– Pero no se tío, mucho esfuerzo; quiero hacerlo, sí, pero no sé.
– ¿Qué es lo que no sabes?
Silencio de minuto y medio que pareció de hora y media –a esta altura estaba convencido de que me odiaba por ser tan insistente-.
– Tienes razón, voy a estudiar idiomas, este invierno me pondré con eso”
Juan tiene motivos externos que lo condicionan a pasar tres meses haciendo nada. En su entorno es común pasar el invierno descansando –descanso súper merecido, los que trabajamos por temporadas alguna vez, lo sabemos muy bien-, porque en noventa o ciento veinte días tienes que estar predispuesto a trabajar a tope en la nueva temporada. Pero también tiene motivaciones internas, para ir en un sentido alternativo, a saber: necesidades, emociones y expectativas realistas. Esto lo impulsa a ir hacia lo que sabe que le vendrá mejor en su emprendimiento. Y yo espero que en la próxima temporada haya sacado el tigre que hay dentro de él, y con sus nuevas habilidades, alcance nuevos objetivos laborales y económicos (que sé que los quiere y necesita)”.
Vamos a hablar de la importancia de la fuerza de voluntad en los negocios
Ahora bien, hablar de fuerza de voluntad, sin darle al tema tonicidad, nos parecía una receta incompleta (y nuestro aporte de valor desde este espacio, es hacer cuanto de nosotros dependa para ir a fondo). En tal virtud, abordamos la temática que elegimos para esta semana desde dos conceptos que, en el mundo de las organizaciones con fines de lucro, merece una mejor atención: motivación y emociones. Estas, como precursores de la fuerza de voluntad, esa que los emprendedores y los empleados que buscamos para que sean miembros de nuestro equipo necesitan para alcanzar objetivos personales y colectivos, tanto en el ámbito individual como en el de su trabajo.
A modo de preámbulo
Una de las fuentes consultadas para este artículo, hablando exclusivamente de la fuerza de voluntad, café de por medio, expresó:
«- “¿Viste que muchos piensan que los empresarios exitosos son como ‘superhombres’, como si tuvieran superpoderes o algo así?
– No es difícil entender por qué: parecen mantenerse inmutables ante cualquier reto y enfrentan tareas abrumadoras con una confianza inquebrantable. Sin embargo, esa imagen es un tanto idealizada. Lo que en realidad los distingue no es una habilidad sobrehumana, sino la capacidad de construir y sostener una fuerza de voluntad sólida. Esto, junto con su disciplina y su habilidad para gestionar el estrés, les permite encarar obstáculos de manera metódica y sin perder el rumbo.»
«- Sabemos que no se trata de seres de otro planeta o de habilidades dadas por Albus Dumbledore.
Risas.
– Lo que realmente los impulsa es una fuerza de voluntad impresionante, algo que han cultivado con el tiempo. Esa voluntad inquebrantable es la razón por la que pueden levantarse temprano, acostarse tarde y superar cada obstáculo que encuentran en su camino. No es magia; es una determinación constante que, en muchos casos, marca toda la diferencia.»
“- La fuerza de voluntad, ¿sería esa capacidad de enfrentar y cumplir con las tareas que se presentan, sin importar los obstáculos o resistencias?
Muy serios aquí.
– Si. Exacto. Es lo que permite avanzar y lograr objetivos, incluso en circunstancias difíciles. En el mundo de los negocios, contar con una fuerza de voluntad excepcional es crucial, pues es este impulso interno el que muchas veces determina quién logra materializar sus metas y quién no.”
Culminamos nuestros respectivos cafés, luego de los saludos protocolares agradeciendo el tiempo dispensado, les soy honesto, me quedé con sabor a poco, muy pensativo. A estas ideas les falta, como ya dijimos en la introducción y desde nuestra perspectiva, contenido, y se nos ocurren dos cosas:
a) un por qué, ¿qué nos mueve a ser emprendedores? ¿por qué lo hacemos? ¿por qué nos obsesionamos con una misión o con una visión? Y
b) un cómo hacerlo.
Aquí es que fusionamos la fuerza de voluntad con la motivación y las emociones, porque pensamos que no hay fuerza de voluntad sin motivación y no hay motivación sin una decisión basada en nuestras emociones y éstas disfrazadas como una conclusión lógica propia del devenir de nuestra personalidad e historia (pero que en realidad es porque me gusta). Entones, ¿qué sería lo que nos moviliza a lograr nuestras más altas aspiraciones?; Y los pasos (siempre nuestros pasos), para hacerlo. Empecemos por ese por qué, que estamos buscando.
De atrás hacia adelante: motivación y emociones, un solo corazón
Siguiendo las enseñanzas de Laura Estrada, comenzamos con Charles Darwin –y tranquilos, no vamos a retroceder tanto en el tiempo, aunque sería interesante–, y su teoría evolutiva, que dejó claro que la selección natural es un factor clave para la supervivencia y la adaptación. Desde este enfoque, la conducta instintiva se ve como una manifestación que facilita la adaptación y, de forma simple, podría explicar las conductas motivadas, ya que la necesidad de sobrevivir implica, de manera inevitable, adaptarse. En lo que respecta a su contribución sobre las emociones, Darwin destacó la importancia de las variables biológicas del comportamiento, señalando que existen características universales en cómo los seres humanos expresamos nuestras emociones y cómo estas tienen una función adaptativa.
Por su parte, William James establece una distinción clara entre instinto y hábito, subrayando la importancia de la voluntad en la conducta motivada. Según James, es a partir de la voluntad que se puede generar un cambio en el comportamiento, ya que involucra decisión, elección y reflexión. Además, sus aportes al estudio de las emociones fueron fundamentales, pues fue uno de los pioneros en abordar este fenómeno desde una perspectiva procesal, intentando también crear un perfil psicofisiológico para cada emoción.
Otro aporte relevante lo realizó Robert S. Woodworth, quien, al intentar explicar la motivación, introdujo el concepto de “impulso”, refiriéndose a la energía acumulada que impulsa o motiva una conducta específica. En paralelo, Edward C. Tolman, célebre por sus estudios sobre la cognición humana, destacó la diferencia entre el ser humano y las demás especies en términos de la complejidad de los procesos que los rigen, defendiendo que el hombre es considerablemente más cognitivo y, por lo tanto, mucho más capaz de proponer soluciones.
Es evidente que durante el siglo XX se produjo un avance significativo en las investigaciones científicas, lo que permitió la realización de estudios fisiológicos sobre las emociones y favoreció el desarrollo de esta área. Por otro lado, Magda B. Arnold, destacó la relevancia de investigar los procesos cognitivos previos a la emoción, ya que, según la valoración que las personas hagan de una situación determinada, se puede desencadenar una emoción u otra.
Motivación
La motivación, en su definición más básica, es el conjunto de factores internos y externos que impulsan y guían la conducta de un individuo. Según las fuentes consultadas, desde la psicología, se refiere a estados internos que dirigen la acción, mientras que la RAE, define la motivación como aquellos factores que determinan nuestras acciones.-
Existen dos tipos principales de motivos: internos y externos. Los internos incluyen necesidades, emociones y cogniciones, que impulsan al individuo desde dentro, a menudo proporcionando satisfacción y bienestar. Los motivos externos, por su parte, responden a incentivos ambientales o sociales, como recompensas o reconocimiento, que orientan la conducta hacia objetivos específicos.
Diferentes teorías explicativas han surgido para abordar estos procesos. Entre ellas, el conductismo enfatiza el rol de las recompensas externas; la teoría humanista destaca el potencial y la libertad de elección del individuo, mientras que la perspectiva cognitiva resalta la influencia de los pensamientos y percepciones en la conducta. Además, teorías como la pulsión de Freud y Hull exploran cómo las necesidades fisiológicas generan una fuerza que impulsa la conducta.
La motivación, entonces, emerge de una interacción dinámica entre factores internos y externos, lo que la convierte en un proceso complejo y multifacético, fundamental en el desarrollo humano en general.
Emoción (en relación con la motivación)
La emoción, según la RAE, es una respuesta intensa y expectante ante situaciones vividas, y está estrechamente ligada a la motivación, pues cada emoción puede orientar el comportamiento hacia diferentes objetivos. Emociones como el miedo, la alegría o la ira provocan reacciones fisiológicas distintivas, como cambios en el ritmo cardíaco y la presión sanguínea, que reflejan un estado de activación. Así, el miedo puede generar tanto parálisis como una respuesta activa y veloz, dependiendo del individuo.
Para Reeve, la emoción se entiende como un fenómeno de corta duración y complejo, compuesto por cuatro elementos: sentimientos, cambios corporales, pensamientos y expresiones sociales. Estos componentes interactúan de manera dinámica y configuran cómo cada persona experimenta y expresa sus emociones, influenciando su comportamiento, su adaptación y sus decisiones. Este enfoque multidimensional sugiere que las emociones tienen una función adaptativa, ayudando a enfrentar desafíos y oportunidades.
Gracias a las fuentes consultadas para la composición del presente artículo, sabemos que la relación entre emoción y motivación es bidireccional; las emociones no solo motivan conductas, sino que también reflejan procesos de adaptación. Existen teorías biológicas, cognitivas, conductuales y sociales que explican estos fenómenos. Desde lo biológico, autores como Izard, Ekman y Panksepp han explorado los orígenes fisiológicos de las emociones, mientras que Lazarus y Scherer, desde la perspectiva cognitiva, investigan cómo los pensamientos y percepciones moldean las respuestas emocionales.
¿Cuáles crees que son los factores de comportamiento que más impactan en tu fuerza de voluntad?
Antes de responder, quiero aclarar algo que surgió la semana pasada. Es cierto que somos firmes defensores de la mejora continua en el desempeño de equipos e individuos; no lo negamos. Aunque algunas filosofías podrían interpretar nuestra labor como funcional a un sistema, desde nuestra experiencia, cada interrogante que nos plantean semana a semana nos impulsa a buscar un mejor rendimiento y una mejor calidad de vida para todos. Por eso, continuamos aquí, introduciendo herramientas prácticas para que estas reflexiones puedan ser aplicadas de forma concreta.
La fuerza de voluntad, alimentada por motivación y emociones, se convierte en el núcleo que impulsa acciones y decisiones en el trabajo y en los emprendimientos. Motivación y emociones son precursores naturales de la voluntad, brindando tanto la razón como la energía necesaria para persistir. Comprender su interrelación nos permite no solo fortalecer nuestra voluntad, sino también sostenerla en el tiempo. Así, al nutrir y dirigir adecuadamente estas fuerzas internas, líderes, equipos de trabajo y emprendedores en general, alcanzan objetivos de manera constante y efectiva, incluso ante los mayores desafíos. Ahora, los invitamos a explorar los pasos para fortalecer y mantener esta fuerza. ¿Qué aspectos de tu comportamiento sientes que influyen directamente en tu fuerza de voluntad? (* danos una respuesta en la cajita de comentarios, por favor).-
Tus hábitos …
… son esos actos automáticos, respuestas que ya son parte de ti, y ocurren sin que apenas lo notes. Aunque siempre es posible crear nuevos hábitos que sustituyan a los antiguos, el proceso exige disciplina y constancia.- Cuando te enfrentas a los desafíos cotidianos, ¿tiendes a buscar salidas rápidas y a ceder? ¿O, en cambio, te endureces y buscas soluciones firmes y duraderas? Con el tiempo, la forma en que enfrentas cada reto se convierte en un hábito, uno que puede tanto reforzar como debilitar tu fuerza de voluntad, impactando profundamente en tu capacidad de perseverar.
La disciplina y el autocontrol …
… son aliados en la ruta al éxito. Mantenerse en el plan requiere disciplina: la habilidad de enfocarse en objetivos duraderos, incluso cuando otras distracciones intentan desviar nuestra atención.- A veces, las dificultades en el negocio o el peso emocional pueden poner a prueba nuestra capacidad para seguir adelante. Sin embargo, al priorizar emprendimientos valiosos y persistir a pesar de los desafíos, la disciplina se refuerza y se convierte en una aliada estable.- Con resultados positivos, este enfoque disciplinado se transforma en un hábito, fortaleciendo tanto tu fuerza de voluntad como el crecimiento de tu negocio.
¿Y cómo potenciar tu fuerza de voluntad?
Mantente saludable y en forma, o empieza ahora:
Una gran ventaja de quienes practican deportes, calistenia o disfrutan salir a correr es que conocen bien la constancia y la disciplina. Si, como yo, te cuesta mantenerte activo, lo mejor que puedes hacer es inscribirte en un gimnasio o encontrar una actividad física que te apasione, porque esta práctica será clave no solo para tu salud. Adoptar una vida sana (elige agua en lugar de cerveza) exige, al inicio, esfuerzo y enfoque. Y, al igual que los desafíos en el trabajo y en los negocios, a menudo puede ser abrumador. Para enfrentarlos, necesitas estar en óptimas condiciones. Come balanceado, ejercítate con regularidad y notarás cómo aumentan tu confianza y bienestar, brindándote el impulso necesario para alcanzar tus metas.
Establece metas realistas:
Fijar objetivos inalcanzables puede debilitar tu fuerza de voluntad sin que lo notes. En su lugar, plantea metas alcanzables que, a la vez, te exijan (difíciles, pero posibles). Esto no significa conformarse con objetivos sencillos, sino progresar paso a paso, aumentando gradualmente la dificultad a medida que logras cada meta. Así, irás desarrollando la capacidad para enfrentar retos cada vez mayores.
Apasiónate por lo que haces:
Sentir pasión por tu negocio, tu trabajo, tu equipo (o incluso tu salario, si es lo que te motiva por ahora) es fundamental para mantener la motivación. Cuando disfrutas lo que haces, los obstáculos no te desgastan; te fortalecen. Piensa en la entrega que demuestras cuando amas a alguien: no te rindes ante la primera dificultad; das más de ti. De la misma manera, recuerda qué te llevó a emprender y usa esa energía para avanzar, incluso cuando el camino se vuelva cuesta arriba.
Al fin, llegamos al cierre del capítulo de hoy
La fuerza de voluntad, esa chispa interna que permite convertir aspiraciones en logros, encuentra su sustento en una combinación sólida de motivación y emociones. Al alinear nuestros objetivos con aquello que nos apasiona y sostener la constancia que exige el cambio, fortalecemos esta voluntad y la convertimos en un recurso constante, incluso en los momentos más complejos. Comprender este proceso y aplicar sus principios nos brinda la claridad y la perseverancia necesarias para alcanzar un desarrollo sostenido. Así, la fuerza de voluntad deja de ser una simple idea y se convierte en un motor que nos impulsa hacia la realización de nuestras metas.
Te invitamos a reflexionar: ¿qué factores, internos o externos, están alimentando tu fuerza de voluntad hoy? Dedica tiempo a identificar esas motivaciones profundas y cultívalas; permite que tus emociones y metas te guíen con un propósito claro. Haz el compromiso de mejorar cada día y toma acción, aquí y ahora, para que cada paso te acerque más a tus objetivos. Recuerda: la clave está en tu disposición y en cómo eliges fortalecer tu voluntad frente a cada desafío. ¡Comparte en los comentarios qué estrategias piensas implementar y acompáñanos en este camino hacia el éxito!