Confiado, pero no arrogante
Este es uno de los hábitos que se considera como prioritario para convertirnos en líderes altamente efectivos. Una vez que desgranemos este concepto, veremos cómo los dirigentes auténticos no lo lograron por accidente. Aprendieron y aplicaron un hábito como éste a su estilo de liderazgo convirtiéndose en importantes. Estamos buscando el apoyo de 10.000 lectores. Comparta nuestra publicación semanal y las cien anteriores con toda organización que usted considere que lo necesita y contáctese con nosotros para formalizar una micro-donación mensual de un dólar, a fin de sostener nuestra labor. Muchas gracias. Contacto Siguiendo las enseñanzas de Stephen Covey, para nuestros fines, precisaremos al hábito como una intersección entre conocimiento, capacidad, deseo y esfuerzo sostenido en el tiempo. El conocimiento es el paradigma teórico, el qué hacer y el por qué; La capacidad es el cómo hacer; El deseo es la motivación, el querer hacer; Y el esfuerzo sostenido en el tiempo es tropezar y volver a intentarlo otra vez, y otra vez y otra vez hasta que salga. Para convertir algo en un hábito de nuestra vida necesitamos esos cuatro elementos. En términos de comunicación institucional, podemos ser inefectivos en nuestras interacciones con nuestros pares de la organización, con nuestro Equipo Líder o los beneficiarios bajo nuestro cuidado, porque constantemente les decimos lo que pensamos, aunque nunca los escuchamos de forma auténtica. Si no encontramos los principios correctos de la interacción humana, tal vez ni siquiera sepamos que necesitamos escuchar. Aunque sepamos que para interactuar con efectividad con otros tenemos que escucharlos, tal vez nos falte capacidad para hacerlo. Podríamos no saber cómo se escucha real y profundamente a otros miembros de la organización. Pero saber que necesitamos escuchar y saber cómo escuchar no basta. A menos que queramos escuchar, a menos que tengamos ese deseo, no se convertirá en un hábito en nuestra vida. Para crear un hábito hay que trabajar en esas cuatro dimensiones y volver a intentarlo hoy y mañana. Un hábito efectivo Los hábitos efectivos, como principios y pautas de conducta internalizados, requieren cambios de ser y ver como procesos progresivos: el ser cambia al ver, que a su vez cambia al ser, y así sucesivamente en una espiral ascendente de crecimiento. Trabajando sobre el conocimiento, la capacidad, el deseo y ello extendido en un lapso de tiempo, podemos irrumpir en nuevos niveles de efectividad personal e interpersonal cuando rompemos con viejos paradigmas que pueden haber sido para nosotros una fuente de “pseudo seguridad” durante años. A veces el proceso es doloroso, como por ejemplo levantarnos todas las mañanas durante treinta días corridos y hacer cuatro series de treinta repeticiones cada una de un ejercicio x sobre nuestros abdominales. Es un cambio que tiene que estar motivado por un propósito superior, por la disposición a subordinar lo que uno cree que quiere ahora a lo que querrá más adelante. Este proceso produce felicidad. La felicidad, por lo menos en parte, puede definirse como el fruto del deseo y la aptitud para sacrificar lo que queremos superficialmente ahora por lo que queremos finalmente. Seguros de nosotros mismos Los grandes líderes son seguros de sí mismos y tienen mucha confianza, tal como dice una de las fuentes consultadas para el artículo de hoy, Pedro “E”. Los co-equiper´s se sienten atraídos por ellos de forma natural ya que imparten, a su vez, un fuerte sentido de confianza en quienes los rodean sobre sus propias capacidades. Saber que se posee este tipo de confianza, en particular, cuando no se alejan de los desafíos, es de suma relevancia a la hora de llevar adelante las actividades en una Organización motivada por ideales. Ese tipo de confianza transmite una sensación de calma durante tiempos turbulentos y los grandes líderes no vacilan una vez que se comprometen con un curso de acción. Es un rasgo poderoso. La confianza organizacional, entonces, puede hacernos obtener logros institucionales de relevancia. Las personas seguras de sí mismas son como imanes, tienden a captar la atención, la confianza y el respeto de quienes los rodean. Creen que pueden hacerlo, por lo que se arriesgan y cosechan las recompensas. Es reconfortante trabajar con alguien que muestra confianza en su trabajo y su capacidad para llevarlo adelante y hacerlo bien. La confianza puede ser contagiosa Todos queremos rodearnos de personas seguras de sí mismas que nos hagan sentir que también podemos hacer las cosas de la entidad como el/la mejor. Aunque hay una delgada línea entre tener confianza y ser arrogantes. A nadie le gusta un sabelotodo o alguien que no escucha porque cree que no tiene nada que aprender. Si muestra arrogancia, puede alejar a la gente, perder oportunidades potenciales y dañar la reputación no solo de su persona, rol o función, sino también la de la organización. Más allá de mencionar que puede ser una forma solitaria de vivir y transitar su paso por una OMI. Así que aquí, siguiendo a Alyssa Gregory, hay algunas formas de maximizar la confianza sin irrumpir en el territorio de la arrogancia. Seamos accesibles Tener confianza no nos sirve de nada si nos volvemos distantes o antipáticos a causa de ello. Queremos poder mejorar y desarrollar relaciones, no hacer que la gente nos vea con cautela. Podemos hacernos más accesibles si hacemos contacto visual y usamos un lenguaje corporal seguro que invita al diálogo abierto, franco, a la conversación amena. En entornos sociales, presentémonos, ofrezcamos un saludo de manos cordial, abierto y firme (de puño cerrado –por protocolo Covid19- y no demasiado fuerte) y recordemos y usemos los nombres de los demás mientras charlamos. En situaciones de redes sociales, participemos en conversaciones, tanto personales como institucionales, para mostrar nuestra personalidad y brindar a las personas una forma de relacionarse con nosotros. Seamos sinceros Las personas arrogantes rara vez ofrecen cumplidos o lo hacen de una manera que se siente forzada y artificial, y casi puede socavar el éxito de la otra persona. Asegurémonos de reconocer con frecuencia y de manera genuina el arduo trabajo y los éxitos de quienes nos